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La cita estaba pautada para las 10:00 de la mañana en punto, pero ha pasado casi una hora y todavía no llega al salón informal de La Fortaleza, donde será el encuentro.
De repente, se escucha un rumor de voces y pasos acelerados. Es entonces cuando hace su entrada, el gobernador Ricardo Rosselló Nevares, acompañado de su esposa, Beatriz Rosselló. Ella camina delante de él y se excusa inmediatamente por la demora.
“Es que estaba con el bebé”, dice sobre su hijo Pedro Javier, quien nació el pasado 25 de noviembre, cuando el país todavía atravesaba la emergencia del huracán María. Comenta que está en el proceso de lactancia y explica los malabares que ha tenido que hacer para comenzar su banco de leche.
El gobernador, quien luce un traje de chaqueta, camisa sin corbata y lleva unas coloridas medias con el rostro animado de Albert Einstein, la escucha con detenimiento, con una media sonrisa, y luego se sienta en una de las butacas del salón para conversar sobre lo que ha sido su primer año a cargo del país. Ha sido un inicio atípico para un primer mandatario, con una Junta de Supervisión Fiscal y dos huracanes, y así lo reconoce Rosselló Nevares al decir que ha sido un año de “mucho trabajo, muchos cambios y muchos retos”.
A pesar de los desafíos, asegura que ha podido encaminar una serie de iniciativas fiscales, económicas y sociales para el país, pero reitera que no ha sido sencillo. “Ha sido un año con dos huracanes categoría cuatro, la devastación más grande de la historia moderna de los Estados Unidos y, por otra parte, nos convertimos en padres por segunda ocasión en medio de todo esto”, dice a modo de repaso sobre lo que representó el 2017.
Luego comparte junto a Beatriz algunos detalles de su hijo recién nacido. Coinciden en que es bien diferente a su hija Claudia, de tres años, quien “es una niña con mucha energía”. “Pensábamos que iba a salir el mismo niño, pero es otra personalidad, mucho más tranquilo”, comenta el primer mandatario, para reacomodarse en la silla y entonces hablar de algunas de sus satisfacciones y decepciones en su primer año como gobernador.
Su equipo de trabajo, afirma, es su gran orgullo, y su decepción, ya lo ha dicho antes, es la manera en la que el Cuerpo de Ingenieros ha trabajado el asunto de la restauración del sistema de energía eléctrico. También asume el haber dicho que al 95% de la población le llegaría la luz el 15 de diciembre. “No digo que me arrepiento, porque mi objetivo era asegurarnos de que todo el mundo tuviera un sentido de urgencia y que pudiera trabajar lo antes posible, pero ante esa realidad, asumo las críticas que vengan”.
Al preguntarle por qué todavía tanta gente sigue sin luz, explica varias razones: Falta de materiales, de trabajadores, burocracia. “Yo comparto la frustración. A mí me gustaría ponerle luz a todo el mundo inmediatamente, pero esta es la realidad. El compromiso nuestro es tratar de hacerlo lo antes posible”, continúa Rosselló Nevares, quien a pesar de la devastación que vive el país, ve grandes oportunidades.
“Si esto tenía que pasar, qué bueno que me haya pasado a mí y qué bueno que le haya pasado a nuestro equipo de trabajo porque ante estos retos, estamos dispuestos a dar la batalla”, expresa, mientras Beatriz lo observa y luego repasa cómo vivieron aquel 20 de septiembre, cuando el huracán María azotó al país, cambiando el curso de la vida de todos los que viven en esta tierra.
La primera dama relata que en un momento todos tuvieron que desalojar el segundo piso residencial de La Fortaleza porque el agua bajaba por las paredes. Mientras eso sucedía, la preocupación de su esposo aumentaba a medida que se iba enterando de que la comunicación en el país había colapsado. “También fue difícil”, menciona ella, quien en ese entonces tenía siete meses de embarazo.
El gobernador recuerda que esa semana después de María apenas durmió. No podía y no debía. Dice que una experiencia que marcó su vida fue ver a las familias en Toa Baja en los techos, debido a las inundaciones. “Pensaba que, en esas primeras horas, cada momento que no estuviese haciendo nada, le podía estar costando la vida a alguien”.
¿Y sintió miedo?
Sentí miedo el día del huracán cuando no había comunicación. Después, cuando sobrevolé Puerto Rico y vi todas esas casas devastadas, decía “¿habrá gente ahí?” Así que hubo miedo, ansiedad, pero sé que mi rol era tener sano juicio.
Mucha gente se ha ido del país luego del huracán. Si usted hubiese estado en otra posición que no fuera gobernador de Puerto Rico, ¿ya se hubiese ido con su familia?
No. Yo me hubiese quedado. Pero déjame ponerlo en contexto. Hay gente que se tuvo que ir porque no tenían cómo proveerle a su familia, no tenían acceso a energía y las consideraciones de educación, salud, felicidad, pues se veían extraviadas. Así que entiendo a ese puertorriqueño que se tiene que ir. Jamás juzgaría a alguien por tomar esa decisión, pero lo que sí digo es que ahora, si seguimos trabajando en la dirección correcta, van a haber una serie de condiciones que nos van a permitir hacer el Puerto Rico que tanto habíamos hablado y creo que eso es algo que me motiva y me motivaría a estar aquí fuese o no fuese gobernador.
¿Cómo trabajó sus situaciones personales en aquellos días post-María?
Una de las cosas que me preocupó al principio era que iba a estar afuera 22 horas al día y tenemos una nena chiquita y Beatriz estaba embarazada en ese momento. Pero gracias a Dios, los papás de Beatriz estuvieron ayudando un montón. Y ella me dijo “haz lo que tengas que hacer”.
También días antes del huracán llegaron a Puerto Rico, los padres del gobernador, Pedro Rosselló y Maga Nevares. “Aunque les dije que no vinieran son un bravos y volaron para acá”, dice sobre sus progenitores que siguen en la isla.
Aplaude, por otro lado, los esfuerzos de su esposa, quien encaminó el proyecto Unidos por Puerto Rico y quien, según dijo, fue la primera en enviar suministros a todo el país. “Lo que decía era ‘get the food there’ (lleven la comida allá). La meta de nosotros es que no podíamos descansar porque el momento que parábamos era el momento en el que alguien no le estaba llegando la ayuda, por lo que no podíamos frenar”, cuenta ella.
Seguido el gobernador comenta que “cometió el error” de decirle en aquellos días a su esposa que lo debía coger suave por su avanzado estado de embarazo. La respuesta de ella siempre era la misma, “es verdad”, pero al otro día, se inventaba otra cosa. “Sabrás que, a los nueve meses, ya no le dije nada”, comparte entre risas el primer mandatario.
Ahora que hablamos de la familia, ¿qué momento saca para compartir con Beatriz y sus hijos?
Como Beatriz y yo vemos esto como un esfuerzo en común, pues estamos juntos en el trabajo. Y con los nenes, pues el tiempo que estoy en casa, me aseguro de estar con ellos. Lo bueno de trabajar aquí es que si tengo un espacio de cinco minutos subo a donde mi hija, quien ya está acostumbrada y me dice “cinco minutos papá”. Y son cinco minutos para jugar con las muñecas y con sus cosas, así que siempre se busca tiempo porque es importantísmo. A veces no puedo, pero ella siempre me convence.
¿Qué música escucha y qué está leyendo en estos tiempos?
A mí me gusta escuchar merengue y reguetón, eso está en mi playlist. Y leer, pues en estos días son reportes, mayormente.
¿Qué hace para lidiar con el estrés diario?
Ejercicio por la mañana.
¿En qué cree?
Creo en la resiliencia del pueblo de Puerto Rico, creo en el amor y creo en Dios.
¿En qué no cree?
En rendirse.
¿Cómo ha lidiado con el rechazo que conlleva su puesto?
Yo creo que es parte de… La aceptación y el rechazo son parte intrínseca de este trabajo.
En este momento, ¿quiénes son sus peores enemigos?
No visualizo enemistades. Quizás el tiempo, que es corto.
Para usted, ¿qué es la pobreza?
La falta de necesidades básicas y de que te permitan operar una vida como ser humano apropiada. La pobreza puede ser alguien que no tiene suficiente dinero, pero también puede ser alguien que lo tiene, pero simplemente no le llena y no es feliz.
¿Cómo vislumbra será el 2018 para Puerto Rico?
Es el año de transformación para Puerto Rico. Las transformaciones son fuertes, pero creo que está el ambiente adecuado para comenzarla, y pienso cerrar con gran parte de esa transformación encaminada para que ya en el 2019 se empiecen a ver esos frutos.
¿Este país va a sobrevivir?
No tan solo va a sobrevivir, va a brillar. No va a ser mañana, no será pasado, pero va a brillar porque tenemos una gran oportunidad y nuestro pueblo ha demostrado un corazón y una resiliencia increíble. Hay que concretarla y utilizar esta oportunidad que el pueblo me ha dado para asegurarnos que eso ocurra.
¿Y el que el país brille será gracias a usted?
No. El país va a brillar por él mismo. Yo lo que haré será poner mi granito de arena, pero esto es un esfuerzo en conjunto, y la unidad de propósito nos va a ayudar. Yo creo que hay un entendimiento colectivo de que, aunque estemos en desacuerdo en un sinnúmero de cosas, hay que hacer algo, hay que movernos en una dirección, hay que hacer cambios. Así que va a ser por el pueblo.
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