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El ataque en Fort Lauderdale planteó dudas sobre cómo aumentar la protección a los pasajeros.
En el mundo posterior a los ataques del 11-S, los aeropuertos estadounidenses tomaron todo tipo de medidas para mantener a sus viajeros a salvo. Pero sigue habiendo importantes vulnerabilidades.
El ataque que causó cinco muertos el viernes en el aeropuerto de Fort Lauderdale planteó dudas sobre cómo aumentar la protección a los pasajeros y qué lugar tienen las armas en los aeródromos de Estados Unidos.
Según las autoridades, el veterano de la guerra en Irak Esteban Santiago voló desde Alaska, recuperó su arma de su equipaje facturado, fue al baño para cargarla y regresó a la zona de reclamo de maletas para comenzar a disparar.
“No hay duda de que tenemos que revisar no solo la cuestión de si la gente debe poder viajar con sus armas aunque estén en el equipaje facturado, sino que creo que necesitamos revisar la seguridad en torno a las salas de recogida de equipajes, y no dejarlo solo ahí”, dijo la congresista Debbie Wasserman-Schultz, en cuyo distrito está el aeropuerto.
Expertos en seguridad sostienen que la zona de reclamo de maletas sigue siendo una de las más vulnerables en un aeropuerto. La seguridad es menor y una gran cantidad de gente entra y sale de ellas rápidamente.
“Lo que salió mal ayer (…) es que la zona de reclamo de equipajes es el más fácil de los blancos. Es decir, es más difícil entrar en una escuela primaria que en la recogida de equipajes de un aeropuerto”, dijo Chris Grollnek, un exagente especializado en asuntos de seguridad, especialmente en situaciones con un tirador.
De hecho, destacó, es más difícil salir de esa zona del aeropuerto, donde al menos la mínima presencia de seguridad escruta a quienes parten para asegurar que no se llevan la maleta de otra persona, que entrar.
Tras casi cada ataque o intento de ataque terrorista las autoridades han emitido nuevas restricciones, como pedir a los pasajeros que se quiten los zapatos para exponer cualquier material explosivo o limitar la cantidad de líquidos permitidos en los equipajes de mano. Pero expertos dicen que las zonas públicas de los aeródromos siguen siendo zonas vulnerables, porque la seguridad se centra en controlar a los pasajeros para que los vuelos sean seguros.
Solo el año pasado, suicidas atacaron áreas de boletos y terminarles en Bruselas y Estambul, en Turquía.
La única forma de evitar estos ataques, según Grollnek y otros expertos, es asegurarse de que las armas no llegan a manos de gente errónea y animar a la población a alertar a las autoridades si creen que un familiar o amigo actúa de forma errática. Como los agricultores que fueron reclutados por la Patrulla Aérea Civil para detectar cualquier posible actividad ilegal mientras supervisaban los cultivos desde el aire, agregó.
Florida es uno de los seis estados que restringe la presencia de armas de fuego en los aeropuertos, que son zonas “libres de armas”, igual que las escuelas y las reuniones de gobierno. Antes de la balacera, legisladores estatales se plantearon suavizar esas normas, argumentando que evitaban que la gente se protegiese ante un ataque. Contrarios a estos esfuerzos señalan que tener armas en esas zonas las haría más peligrosas. Aún con estas restricciones, los viajeros pueden llevar sus armas a las terminales para facturarlas y recuperarlas una vez aterricen.
“Ayer debería servirnos como recordatorio de que las armas no tienen sitio en estas áreas de nuestras comunidades”, dijo Michelle Gajda, del grupo Florida Moms Demand Action for Gun Sense in America.
Pero para Kevin Michalowski, editor en jefe de la revista Concealed Carry, las zonas libres de armas dan una falsa sensación de seguridad. “Lo que hacen es proporcionar un espacio seguro para que alguien que decida cometer un asesinato masiva lo haga sin que nadie se interponga en su camino”, dijo.
Mark Lea, de 53 años, acababa de llegar de Minnesota y estaba en la zona de reclamo de equipajes cuando comenzó la balacera. Ayudó a evacuar a la gente y vio al tirador. Lea dijo que tiene un permiso de armas pero no llevaba la suya porque iba a un crucero, aunque de haberla tenido habría disparado al agresor.
“Si, por supuesto”, manifestó Lea. “Le habría disparado y no lo habría pensado dos veces”.
Expertos en seguridad en el transporte dicen que el traslado de seguro de pistolas en zonas libres de armas requiere un equilibrio entre garantizar la seguridad de la población y el respeto a los derechos constitucionales.
Una solución fácil sería pedir a los viajeros que envíen sus armas antes de tiempo, señaló Mary Schiavo, ex Inspectora General del Departamento de Transporte de Estados Unidos. Pero esto tocaría varios asuntos constitucionales, como el derecho a viajar entre estados y la ley de protección a los propietarios de armas de fuego. Otra opción sería impedir que la munición pueda ser transportada en aviones, pero esto no está exento de trabas constitucionales, agregó.
“Es un problema complicado”, dijo Schiavo.
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