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When The Wire aired on HBO fifteen years ago, television and the role of television in our society changed. Along with shows like The Sopranos, The Wire established that the most cutting edge cinema in the 21st Century would no longer be found at the movies. Part of what made The Wire so outstanding was its unabashed critique of our criminal justice system. Many other television shows had played with the good guy/bad guy narrative by depicting corrupt cops and likable criminals, but The Wire took things a step farther by putting the whole philosophy of our current law enforcement system on trial. Entire books have been written on what that show can teach us, but in my short article I will attempt to outline one specific lesson having to do with police, drugs, and violence.
The show begins with Avon Barksdale being the biggest drug dealer in Baltimore, with many millions of dollars and many men working underneath him. As his grasp is weakened by the police’s efforts to arrest him – new opportunities are created for his competitors. As his business begins to weaken, the gaps are filled by other ruthless criminals in the area. As Barksdale’s reign declines, Marlow Stanfield begins to take over through a brutal transition of gang warfare where many people are killed, criminals and innocent people alike. The power system had changed. The power and riches that had been Barksdale’s now belonged to Stanfield. What did not change? The availability of drugs or the safety of the neighborhood. Soon, the police would investigate Stanfield and the cycle would begin again.
There is a strong lesson here about the futility of police intervention in the drug trade. Not only does it do little to curb the availability of so-called “controlled substances”, but it can create power vacuums which often inspire violence. So what are we to do? We obviously cannot let these criminals go unpunished. We found the solution 85 years ago when Al Capone and other powerful underground alcohol distributors controlled our cities. We could not arrest our way out of the problem, so we legalized alcohol in 1933 after thirteen years of prohibition. The U.S. murder rate had been rising and peaked in 1933. That same year, it began to decline – a trend that continued for nearly forty years until the War on Drugs started up under President Nixon . If we are serious about curbing violence in our neighborhoods and cities – we need only look at history for the solution, or perhaps just turn on the TV.
Violencia, drogas, y la policía
Por: Maximilian Eyle
Cuando The Wire empezó en HBO hace quince años, televisión y el papel de televisión en nuestra sociedad se cambió. Junto con las series como The Sopranos, The Wire estableció que el cine más importante del siglo veinte uno ya no sería las películas. Un parte muy distinto del programa era su crítica flagrante de nuestro sistema de justicia. Había muchas series antes que había experimentado con el narrativo tradicional de los personajes buenos y los malos, por ejemplo con miembros corruptos de la policía y criminales agradables. Pero The Wire hizo algo más radical: se llevó al juicio la filosofía entera del sistema de nuestra policía contemporánea. Hay libros enteros sobre este programa y lo que puede enseñarnos, pero en mi artículo corto intentaré a explicar una lección específica sobre la policía, drogas, y violencia.
La serie empieza con Avon Barksdale – el narcotraficante más poderoso en Baltimore, con muchos millones de dólares y muchos hombres trabajando por él. Mientras su control se debilita por las esfuerzas de la policía – oportunidades nuevas se aparecen para su competencia. Mientras sus negocios se debilitan, los huecos se llenan por otros criminales en la ciudad. Mientras la reina de Barksdale se deteriora, Marlow Stanfield empieza ganar más poder durante una guerra violente. Mucha gente se muere – criminales e inocentes juntos. El poder del sistema se había mudado. El poder y riqueza que era los de Barksdale se vuelven ser los de Stanfield. ¿Y que era igual después de todo esto? La disponibilidad de drogas y el crimen del barrio. Pronto, la policía le investigaría Stanfield y el ciclo empezaría otra vez.
Hay una moraleja fuerte aquí sobre la futilidad de la policía en la trafica de drogas. No solo no es eficaz para reducir la disponibilidad de las “sustancias controladas”, pero crea vacuos de poder que inspiran violencia. ¿Entonces qué podemos hacer? Es obvio que no podemos permitir que estos criminales sigue sin consecuencia. Hemos descubierto la solución hace 85 años cuando Al Capone y otros miembros de crimen organizado controlaban nuestras ciudades. No podemos solucionar el problema por arrestar a los criminales, entonces legalizamos alcohol en el año 1933 después de trece años de prohibición. La tasa de asesinatos en los estados unidos había estado creciendo y era lo más grande en 1933. Durante lo mismo año, comenzó a bajar – una tendencia que continuó durante casi cuarenta años hasta la guerra contra drogas empezó durante la presidencia de Nixon. Si estamos dedicados a reducir la violencia en nuestros barrios y ciudades – tenemos que ver la solución en nuestra historia, o quizás en la tele.
By: Maximilian Eyle
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