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¡LA DECISIÓN ES TUYA!
Cuando vivimos momentos de crisis en nuestras vidas, nos preguntamos: ¿por qué a mí? Esa pregunta es muy típica, pues pensamos que sólo a nosotros nos suceden ciertas situaciones en particular. Muchas veces no vemos soluciones a los problemas que se nos atraviesan en nuestro camino. Los vemos como los peores, que a nadie más le suceden.
¿Y si te dijera que todos pasamos por lo mismo, o pasamos por situaciones parecidas? Pasamos por procesos. Yo les llamo aprendizajes. Está claro que cada uno de nosotros somos individuos únicos y diferentes. ¿Cómo es posible que vivamos las mismas situaciones o parecidas? Pues bien; lo único que cambia es nuestra manera de pensar, nuestra manera de ver las cosas. Una persona pesimista visualiza una situación difícil de la peor manera. No encuentra salida; pero ¿cómo vería una persona optimista la misma situación? La situación sigue siendo la misma. Lo que cambia son esos dos puntos de vista totalmente diferentes. ¿Con cuál de esas dos personas te identificas?
Medita en lo siguiente:
Había un viudo que vivía con sus dos hijas muy curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. Su padre sabía responder algunas de sus curiosidades, pero otras no. Como quería brindarle la mejor educación, lo cual en su país no era fácil ofrecer al sexo femenino, el anciano decidió enviarlas un tiempo donde un conocido sabio espiritual quien vivía lejos, en lo alto de una colina.
El sabio respondía cada pregunta que las niñas le hacían sin dudar. Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que el maestro no podría responder. Entonces una de las niñas apareció con una mariposa entre sus manos que usaría para engañar al sabio.
“¿Qué vas a hacer?” Preguntó una de las hermanas.
“Voy a esconder la mariposa en mis manos. Le preguntaré al maestro si la mariposa está viva o muerta. Si dice que está muerta, la soltaré y la dejaré volar e irse, pero si dice que está viva, la aplastaré y morirá. De esa manera, cualquier respuesta que me de, será equivocada.
De ese modo, muy impacientes fueron a ver al sabio.
“Maestro, tengo aquí entre mis manos una mariposa. Dígame, ¿está muerta o viva?” Preguntó una de las niñas maliciosamente esperando que su plan funcionara.
A lo que el sabio le contestó con una sonrisa en sus labios y muy calmadamente: “Todo depende de ti; ella está en tus manos.”
Ésta historia es muy conocida y nos trae una gran enseñanza. No importa la situación que estemos atravesando. Está en nuestras manos cómo la atravesemos. Con una actitud negativa, pesimista, las cosas no se tornarán mejor, al contrario, atraerá más negativismo a la situación, complicando más las cosas. Asumiendo una postura optimista, la situación se tornará ante nuestros ojos no tan difícil, dándonos la capacidad de resolverla o atravesarla más fácilmente. Debemos recordar que una de las Leyes Universales es que todo pasa. Nada es permanente. Cada situación difícil, pasará, hay que enfrentarla con valentía y fuerza, mientras que cada situación alegre, también pasará, hay que disfrutarla al máximo.
Todo depende de nosotros. Nuestra propia vida está en nuestras manos. Tú decides cómo vivirla, encerrada en sufrimiento o volando disfrutándola al máximo.
TÚ DECIDES CÓMO CRECER
Cuenta una historia antigua que un Rey fue a su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores estaban muriendo. El roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el pino. Volviéndose el Rey hacia el pino, lo encontró caído porque según el pino le confesó, no podía dar uvas como la vid. Por su parte, la vid se moría porque según ella no podía florecer como la rosa. La rosa lloraba porque no podía ser tan sólida como el roble.
Entonces, el Rey muy entristecido se encontró con otra de sus plantas; la orquídea. Para sorpresa del Rey, la orquídea estaba más florecida y bella que nunca. El Rey le pregunto: ¿cómo es que puedes estar tan hermosa en medio de este jardín tan mustio y sombrío?”
“Oh mi Rey, cuando me plantaste, lo hiciste porque querías ver bellas orquídeas. Es lo que estoy haciendo. Brindándote las más bellas orquídeas. Plantaste el roble para ver sus bellos follajes e imponencia. A la rosa la plantaste para apreciar su delicadeza y hermosura. Al pino lo plantaste para recibir su aroma y frescura. A la vid la plantaste para disfrutar de su fruto, pero ninguno de ellos se da cuenta por estar sólo mirando los atributos de los demás. No ven sus propios atributos y capacidades.
En la actualidad, la gente no ve sus propios méritos y quiere imitar a otros. La juventud es una especie de metal al que atrae el magneto de la moda.
Los adultos no son la excepción. Debemos darnos cuenta de que cada uno de nosotros somos seres totalmente individuales. Podemos dar el fruto de nosotros mismos. No hay que imitar ni tratar de ser como otra persona. Cada uno de nosotros está aquí para contribuir con nuestra propia fragancia. Simplemente tenemos que mirarnos a nosotros mismos y ver la hermosura de nuestro ser. Nuestra gran capacidad oculta. Desechar ese deseo de imitar a alguien más. Podemos disfrutar lo que somos y lo que damos, porque tenemos mucho que dar. El único esfuerzo es regar nuestra vida con nuestro propio amor. La otra posibilidad es marchitarnos en la misma monotonía de ser alguien más, siendo nosotros una estrellita que no es capaz de brillar por si sola. ¡Tú decides cómo crecer!
CICATRICES
Buscando en mi buzón de correo electrónico encontré un mensaje muy particular que tocó muy profundamente mi corazón. Estuvo guardado por años hasta ahora que he decidido compartirlo con ustedes.
Un día caluroso en el sur de Florida, un niñito decidió ir a nadar en un lago detrás de su casa. Salió corriendo de la parte de atrás de su casa y se lanzó al lago felizmente. Su madre lo observaba desde una ventana, pero repentinamente sucedió lo inesperado. Frente a sus ojos pudo ver cuando un cocodrilo se le acercaba amenazante a su hijo, quien nadaba ignorante del peligro que le acechaba.
Enseguida la desesperada mujer salió corriendo hacia su hijo mientras le gritaba advirtiéndole el peligro que corría. El niño se alarmó por los gritos de su madre y nadó lo más rápido que pudo hacia ella, pero fue demasiado tarde. Cuando el niño ya se estaba subiendo al muelle con la ayuda de su madre, el cocodrilo agarró sus piernitas. Su madre lo jalaba hacia ella con todas las fuerzas de su corazón, pero el cocodrilo era más fuerte. Por otro lado, su madre era más apasionada y su amor hacia su hijo la hacía casi invencible.
Un vecino que escuchó los gritos, se apresuró al lugar con una pistola y mató al cocodrilo logrando así salvar al niño. El niño recibió graves heridas en sus piernas por lo cual tuvo que ser hospitalizado por bastante tiempo.
Cuando se mejoró del trauma vivido, un periodista lo visitó y le preguntó si podía mostrarle las cicatrices en las piernas. El niño alzó sus sabanas y le mostró sus piernas, pero también se levantó las magas de su camisa y con mucho orgullo dijo: “Las cicatrices que usted debe ver son éstas. No las de mis piernas.” Eran las cicatrices de las uñas de su mamá que se habían enterrado en su piel. “Las tengo porque mi mamá nunca me soltó y me salvó la vida”. Añadió el niño, dejando estupefacto al periodista.
Al igual que éste niño, nosotros también tenemos cicatrices amargas, pero también cicatrices que nos han salvado de muchas malas decisiones o consecuencias. Todos tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros errores, mientras que otras son la huella de que hemos sido sostenidos con fuerza para que no caigamos en las oscuridades. Hay que recordar que si nos ha dolido alguna vez una herida, la cicatriz no nos debe recordar lo malo de ese pasado. Vale más recordar lo bueno, pues fue eso precisamente lo que nos agarró fuerte para que no cayéramos.
Sé quien eres
No me digas; ¿estás triste nuevamente? Me imaginé, no tienes que decírmelo. Sé lo que siente tu corazón. Esa desilusión tan grande que amarga tu alma. Sé que te cansa la gente que habla mal de ti juzgándote sin saber lo que has tenido que recorrer, ni las batallas que has tenido que pelear.
No importa, a ellos tus zapatos le quedan grandes. La gente siempre habla, lo hagas bien o lo hagas mal. Sé también que te has sacrificado mucho y no ves mejoría alguna en tu vida pero, ¿sabes qué? Las cosas buenas se toman su tiempo en llegar, pero cuando llegan, lo hacen con todo su poder y para quedarse. Vale la pena esperar y ser paciente. Es como el Bambú Japonés que se dilata siete años en dar signos de vida, pero cuando germina, la belleza inunda el lugar.
¿Quién soy? ¿Cómo es posible que te conozca tan bien? ¿Cómo sé tanto de ti? Sí, te conozco bien, sé que estás cansada/o, fatigada/o y pesadumbrosa/o por tanto problema, tanto rechazo, tanto desamor. La vida misma es un gran problema que debemos resolver viviendo.
¿Sabes qué? Se necesita negatividad para triunfar. Lo negativo le da fuerza a lo positivo para obrar y mostrar su verdadero poder. No puedes cambiar tu pasado pero sí tu futuro. Tu presente lo dirá. Atesora las cosas buenas de tu pasado. Aprende de las malas situaciones y esa sabiduría empléala en tu presente para que tu futuro sea uno espectacular. ¡Mírate en un espejo! Yo no veo cualquier persona ahí. Yo veo a una reina/ un rey, una triunfadora/ un triunfador, una vencedora/ un vencedor. Yo veo una mujer/ un hombre feliz, que vive para serlo porque se lo merece. Naciste para esto y nada ni nadie va a impedirlo. ¿Cómo lo sé? ¿Cómo sé tanto de ti? Porque he estado contigo desde tus comienzos. Soy tu reflejo.
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